sábado, 23 de julio de 2011

No me sirve de nada.

¿Para qué? ¿Para qué me sirve todo esto, si para ti sigo siendo tan invisible como hace meses? ¿Para qué me sirve saber cada fotograma de tu risa? ¿Para qué me sirve conocer cada centímetro de tu piel, dónde encontrar cada lunar? ¿Para qué, si nunca voy a viajar por ella? ¿Para qué sirve este dolor? ¿Para qué sirve haber soportado tus idas y venidas, todas tus etapas? ¿Para qué, por favor que alguien me lo explique, para qué he dado la cara por ti si tú nunca encuentras el modo que yo querría de agradecérmelo? ¿Para qué esforzarme un poco más si parece que huyes de mí, que cualquiera que no sea yo tiene posibilidades? ¿Para qué me habré acostumbrado a tu tono de voz, para qué habré sembrado un día mi paz en tus ojos? ¿Para qué, si, desgraciadamente, más pronto que tarde, te irás llevándotelo todo contigo? ¿Para qué he sido tan tonta a veces, para qué he actuado solo como una amiga cuando me moría por darte ese abrazo que ella no quería regalarte? ¿Para qué? Pero sobre todo, ¿para qué seguir? Posiblemente, mi última oportunidad se me ha escurrido entre los dedos y me temo que, en menos de un telediario, ya habrás borrado de tu cabeza ese cariño (si es que alguna vez sentiste algo) que tenías por mí. Para qué engañarme, tú ni siquiera recordarás ni una sola de mis pequeñas manías, las que te hacían desesperar. Olvidarás esas vueltas en redondo que daba de repente, sin razón; olvidarás esos estúpidos motes que tanto odiabas y quizás también, que un día, te reíste hasta llorar conmigo. Te envidio. Porque deshacerte de mí va a ser un juego de niños para ti. Y yo llevo años intentando hacerlo, sin éxito. Porque en mi cabeza van a seguir tu manera de morderte las uñas, la forma de tus manos y cada uno de tus gestos. Y procuraré mentirme, convencerme de que ese desconocido sonríe casi como lo hacías tú. Mentira. Todo mentira. Y dispuesta ya a seguir engañándome a mí misma, me prometeré que miraré con ojos nuevos a aquellos que me abrazan sin merecerlo, aquellos que nunca me hicieron daño. Mira, ya tienen algo que tú perdiste hace mucho. Y qué quieres que te diga, ¿será difícil? Sí. ¿Imposible? Roguemos al cielo para que no lo sea. ¿Lloraré, recaeré, te echaré de menos? Lo que no está escrito. Pero tengo que aprender a vivir sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario